viernes, 14 de marzo de 2014

5 Lugares en el mundo para recibir el equinoccio de primavera

El equinoccio es el fenómeno astronómico mediante el cual el día adquiere una duración igual al de la noche. Equinoccio quiere decir equilibrio, que la luz y la oscuridad no predomina la una sobre la otra. Ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o 23 de septiembre de cada año.

En las fechas en que se producen los equinoccios, el día tiene una duración igual a la de la noche en todos los lugares de la tierra En el equinoccio sucede el cambio de estación anual contraria en cada hemisferio de la tierra.

Este fenómeno ha tenido gran importancia para diferentes culturas en todos los tiempos y áreas de conocimiento a continuación te presentamos 10 lugares para disfrutar del equinoccio.



Chichén Itzá




Es uno de los lugares más visitados por muchos turistas de todo el mundo para recibir la energía de Equinoccio de primavera, en la escalera del norte del Castillo Chichén Itzá, se observa una proyección solar que crea un espectáculo sensacional para quien lo vive.



Machu Pichu



Los ancestros del Perú construyeron observatorios para marcar el progreso del Sol. Un ejemplo está en Machu Picchu, Perú, donde la estructura de piedra llamada el Intihuatana indica precisamente la fecha de los dos equinoccios y de otros eventos celestiales. La palabra Intihuatan significa “donde se ata el Sol”.


Xochicalco

La Historia narra que hace 12 siglos, astrónomos y sacerdotes de toda Mesoamérica se reunieron en Xochicalco para ajustar el sistema calendárico de todo Mesoamérica.

Stonehenge 

Stonehenge esta estructura prehistórica en la llanura de Salisbury es el lugar más famoso de Gran Bretaña para los antiguos ritos religiosos y celebraciones astronómicas. El equinoccio de primavera se celebra por los druidas en Stonehenge.

Teotihuacán

Otras de las principales pirámides visitadas en el Equinoccio de primavera, donde miles de turistas se dan cita para ver el espectáculo que se prepara para este día, con danzantes, rituales y un sinfín de maravillas.

Por:  Gustavo Miranda Jacome

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